martes, 9 de junio de 2009

Y hubo fútbol al pie de la sierra

6/08. (basado en hechos reales)

ADVERTENCIA: Los nombres de las personas mencionadas no han sido cambiados. Cualquier semejanza con la realidad no es coincidencia.

Partida

El sol se ocultó intranquilo el viernes, sapiente de la asonada que comenzaba a sus espaldas. Al día siguiente en Córdoba se realizaría el
Encuentro de Fútbol para Padres e Hijos de Colegios de de Mendoza, Buenos Aires, La Plata, Tucumán, Rosario, Montevideo y Córdoba.

La idea fundamental de los padres es que los Encuentros sirvan para enriquecer la relación de cada padre con sus hijos, como asimismo para acercar y estrechar vínculos entre las familias de los distintos colegios.

En Buenos Aires, en la puerta del Colegio, Látigo se enderezó y miró a su alrededor lentamente hasta constatar que no faltaba nadie. Revoleando la laptop invitó a los pasajeros a ascender al colectivo que los trasladaría a una nueva edición del Encuentro del Fulbo Nacional.

El maremágnum de bolsos, valijas y estuches varios fue correctamente arrojado en la bodega del ómnibus y el inquieto pasaje, encabezado por el Doc, tomó por asalto la unidad móvil, en haras de las mejores ubicaciones. -Los niños primero- sostuvo alguno mientras se abría paso a codazo limpio sin distinguir edad y tamaño. La inercia y la fuerza de gravedad hicieron el resto y cada uno tuvo su asiento, con la sonrisa ilusionada de los niños reflejándose en todas las ventanas.

Casi simultáneamente, se cierra la puerta justo atrás del Pollo, el colectivo se pone en movimiento y Quique comienza a recorrer los asientos, planilla en una mano y revólver en la otra, elemento de persuasión para quienes no habían oblado su parte hasta ese momento. A las 21.15 el arqueo cerró satisfactoriamente, para tranquilidad de Bocha de Plata, que había recaudado algunos billetes previo al viaje. Se sospechó que su decisión de partir en auto con su hermano Bocha de Ebano, por la mañana, obedeció a un cierre de planilla poco claro.
Una vez sobre la autopista, el sereno andar de la nave despejó algún nerviosismo remanente y comenzó un semblanteo general, como en el truco después del reparto de cartas, que duró no más de diez segundos, tras lo cual variedad de salamines, chacinados y todo tipo de viandaje vió la luz por un instante, antes de ser consumidos por propios y extraños al mejor estilo de campamento de refugiados. El hambre fue progresivamente reemplazada por la sed, aplacada con estilo en la parte baja por el sommelier Tempranillo, que escanció vino tinto a diestra y siniestra en finísimos y diminutos vasitos de café, tamaño dedal. Con ¼ del contenido satisfizo la demanda, haciéndose cargo él mismo del remanente, favoreciendo así su plácida incursión a tierras de Morfeo.

En el primer piso fluye cerveza de la heladerita del Garza Mora, verdadero manantial dorado que trajo alivio a gargantas privilegiadas. Más tarde, el longilíneo extenderá su interminable anatomía a lo largo del piso del pasillo para entregarse al sueño unas horas. Tan bien durmió que nunca supo que uno de sus hijos se quedó encerrado a las 3 de la mañana en el baño, experiencia extrema que, afortunadamente, no trajo efectos colaterales para la criatura. Quizás porque está habituada a lides de esta índole.
El colectivo iba con pasaje completo, a tal punto que algunos quedaron de a pie. El ingenio, la generosidad y las ganas de rajarse un fin de semana hicieron posible la travesía en automóviles de marca a los peatones. Al ya mencionado de los Bochas, otros tres emprendieron camino a la ciudad mediterránea. Uno de ellos en misión diplomática de Lato. El convoy purgó sus penas remanentes en los 200 km de calle que une las localidades de Carcarañá-Villa María, a una velocidad promedio de 38 km/h. El sandwich de milanga de media hectárea al final del tramo actuó como bálsamo para los viajantes, ya enfurecidos con el plan de infraestructura nacional a esta altura.

Una minoría de èlite (el Yacaré, el Galgo y La Bestia) optó por la vía aérea, amenizando su vuelo con una elegante copa de champagne del estante más bajo de la góndola del supermercado chino más cercano.

A todo esto, a las 22,30 hs se pasa en el colectivo Piratas del Caribe III, con el objetivo de mantener a los niños en sus lugares para descanso de sus padres. Ni una cosa ni otra se logró hasta que terminó a la 1 de la mañana, dado que nadie le prestó atención y el estruendo de cañones, pistolas y espadas de Jack Sparrow, Barbosa y cía. no deja dormir a nadie.
A las 6,15 del sábado el grueso de la delegación Buenos Aires se hace presente en la Docta y llega con éxito al hotel, guiado por el Manso. Será ésta la única ocasión que llegará hasta la puerta dado que en los restantes viajes, sin razón aparente, el colectivo deja a su pasaje a varias cuadras. Observadores suspicaces piensan que al guía local se le entremezclaron levemente las neuronas en las canchas a lo largo de la jornada.

El Torneo
Tímidamente, el sol empezó a orejear el día que se le avecinaba y se dio cuenta que su papel iba a ser fundamental en la gesta que comenzaba. Sin pausa y a ritmo del silbato conductor, en grupos de a tres familias Látigo, planilla en mano, distribuye las habitaciones, sin dar lugar a preferencias de ningún tipo. Al Alfil le tocó un ropero con ducha y al Mono la Suite Imperium. Antes que cante el Gallo, se desayunó y, cambiados y embadurnados de linimento, la turbamulta ya estaba de vuelta al colectivo. Nervios, expectativa y sueño acumulado eran los ingredientes que matizaron el trayecto.

Las sierras, en el horizonte, abrían sus brazos de par en par recibiendo tantos visitantes. El astro rey, en todo su esplendor, brindó luminosidad y calidez al encuentro. El Colegio abrió sus puertas y hospitalidad a todas las delegaciones que se sintieron, literalmente, en su casa. Por los altavoces, se citaron los equipos en las respectivas canchas. La puntualidad obligaba a empezar la competencia casi sin saludar a nadie. El día iba a ser largo y no se podía desaprovechar un minuto. En ese sentido, la organización fue impecable.
Un comité anónimo, patrocinado por la Garza Mora, conformó los tres equipos de manera semialeatoria que representarían a Buenos Aires. Sin aceptar presiones ni sugerencias alineó las formaciones ewn tres equipos: Azul, Rojo y Verde.

Malas personas que se refugiaron en el anonimato sugirieron que alguno de estos equipos debería haberse llamado Buenos Aires 8, aludiendo elípticamente que se trataba más de un grupo coral que un equipo de fútbol.

En una maniobra que se interpretó como generosa por muchos, artera por pocos y como una inteligente avanzada cara al 2009 por todos, Bocha de Ebano y Montaña pasaron al equipo de Tucumán que, con dos integrantes provenientes del Jardín de la República, terminó siendo un rejunte federal.

Apenas pisaron suelo mediterráneo, los niños fueron convenientemente organizados en equipos por edad para su torneo con sus pares de los otros colegios con supervisión de personal docente del colegio que mantuvo un excelente ambiente de amistad a los encuentros. A las 14 hs se coronó el evento infantil con abrazo, medalla, beso y almuerzo con postre.

El torneo de padres consistió en 4 ó 5 partidos en canchas de 7 jugadores de 40 minutos cada uno. Se jugó desde las 9,40 hs. hasta las 17,40 hs.
El campo de deportes se dividió en 4 canchas para su desarrollo: La 1 (Chateau Carreras), la 2 (el Amalfitani), la 3 (la Estepa) y la 4 (la Tundra). El rigor climático previo afectó el tapiz herbáceo en algunos sectores, tanto en coloración como densidad, lo que influyó sensiblemente en la precisión del juego que caracteriza al representativo porteño. Este factor fué esgrimido reiteradamente ante auditorios escépticos como razón principal y casi única de la performance rioplatense.
Todos los equipos estaban dispuestos. La tensión de los abdómenes en las multicolores camisetas hacían del conjunto una suerte de extraños sistemas planetarios integrados sólo por versiones de Júpiter.

Derrotero de Buenos Aires

En el primer turno comenzaron los equipos Rojo y Verde de Buenos Aires contra equipos de La Plata y Mendoza respectivamente. Los azules, echados como hacienda vacuna a la sombra de los árboles que decoraban el predio, los miraban desde afuera criticando socarronamente el pobre aunque entusiasta despliegue de sus pares porteños sin considerar que, en el segundo turno, ellos darían un espectáculo más lastimero aún.

B.A. Azul:

El azar hizo que su participación la hicieran entre el Chateau Carreras y el Amalfitani.
Debut contra el rejunte federal oculto tras el nombre de Tucumán, capitaneados por Zapatilla, secundado por Bodega y asesorados por Bocha de Ebano y Montaña. El Picante, con media sonrisa en su rostro parece decir -Ahora van a ver lo que es fútbol. La sonrisa dio paso a un extraño rictus cuando Araña fue a buscar la pelota en el arco por segunda vez. El Bisonte y el Potro empezaron a cruzar miradas. El Yacaré se despierta antes que lo hagan cartera y descuenta. Florece la esperanza, que se marchita con el silbatazo final del juez.

En el partido contra los cordobeses, más tarde ganadores de la plata, La Bestia decidió pasar al ataque en algunas ocasiones, generando el pánico hasta tres cuartos de cancha. El Aspero quiso generar juego, combinándose con la altísima sensibilidad del pie del Pony. A primera vista, el equipo parecía una máquina. -Esta vez sí- se dijo el Pollo, en cada proyección por la raya de cal. Aroma a triunfo había en el aire, hasta que un contragolpe de mediana velocidad sorprende a una defensa lanzada al ataque y ajusticia a la Araña antes que ésta terminara de tejer su impermeable tela. El orgullo Azul se saca la modorra de encima, se lava la cara y despierta. -¡La segunda etapa es nuestra!- vociferó el Picante. Y allá fueron. A Látigo se lo vio relajado, disfrutando de cada jugada y raspando rivales a reglamento. Corner para el equipo color mar. El pie del Pony se hizo mano para colocar la pelota justa en la aparición casi etérea del Gavilán, sobrevolando el área a 1,5 cm de altura para su preciso, mas bien quirúrgico cabezazo. -¡El gol del siglo!- estalló la platea volcando tazas de té y masitas, aludiendo claramente a la suma de edades de artífice y ejecutor de la conquista. Volátil alegria, merced a sucesivas y fulminantes conquistas serranas, verdaderas bofetadas de humildad a la escuadra Azul, reflejado en el 1 – 3 final.

El partido con los rosarinos invitaba al optimismo. El Bisonte leyó una zaga permeable y se soltó para perforarla, como en un bowling humano. Atraído por su nombre, se mantuvo en la medialuna, sin importarle si era de grasa, de manteca ó del área. Le reclamó a su hermano el Potro que le pusiera el pase justo en la punta del botín, para ejecutar al arquero oriundo del río Paraná. Viendo que la táctica carecía de la sorpresa suficiente y muy efímera, por cierto, el Bisonte fue a por su sándwich de milanga y se prendió un faso. El Pollo picoteó el área un par de veces y el Gavilán se mantuvo en el punto de penal, atento a todo, sin perder detalle da cada jugada. La Bestia empujó al equipo adelante, a matar o morir. Y fue morir, nomás. Todo el empeño que pusieron el Potro y Látigo fue estéril. El 0 - 2 indicó el camino de la peperina.

A esta altura, la integridad física y anímica tenían igual grado de deterioro. La semifinal de la Peperina por delante contra otro combinado local le hizo lamentar al Aspero - ¡Otra vez sopa!. Penoso trámite a esta altura del día. El Pony se arrastraba, al Yacaré se le acalambró la mandíbula y al resto del equipo le era un esfuerzo observar el trámite. La exhibición protofutbolística fue un martirio sólo para el juez, ante la ausencia de público. Látigo deambuló por su sector y la Araña trabajó a destajo. Al Picante se le habían acabado las ideas hace rato y La Bestia y el Gavilán se ayudaban a mantenerse en pie. El Bisonte daba cuenta de la cantina, anotando el costo de lo consumido a nombre del Potro. La autoridad no adicionó ni un segundo al 0 - 2 definitivo. La Escuadra Azul allanó así su camino a una ducha caliente.


B.A. Verde:
Hizo de local en la Tundra y de visitante en la Estepa, cosa que llamó la atención recién al día siguiente. Trascendió que algo se digitó en la penumbra al momento de repartir sedes.
Todavía bostezando, debutó contra La Plata I. El color de su camiseta contrastaba con el campo de juego. Partido de estudio, Zarigüeya manejó la tablilla táctica al estilo de Greg Popovich, coach de San Antonio Spurs. Un lujo excesivo resulto contar con dos arqueros: El Pulpo y el Muñeco. -Hay que tomar al 5- remarcó Garlopa. -Yo tomo al 8- se comprometió Escarpín, rumbeando a la cantina a servirse un anís “8 Hermanos”. Como no estaba permitido jugar descalzo, le facilitaron 3 ó 4 pares de botines, cosa que no mejoró demasiado su despliegue. La cautela hizo del juego una disputa ajedrecística de poco intelecto. Lato se dedicó a hacer correr al alcanza pelotas hasta dejarlo exhausto. Parece que su último disparo, ligeramente desviado, cayó en su Polonia natal. El gol sobrevoló las áreas, pero no se hizo cómplice, dejando el marcador en cero.

El empate y algunos destellos del Canelón, que pisó y amasó la pelota como al mejor de sus gnocchi, la solvencia y rigor del Gallo, estimularon el optimismo de la Zarigüeya, que volvió a plantar el equipo para el partido con Mendoza I, equipo que terminó adjudicándose con justicia el áureo trofeo. El Manso supervisó el lateral derecho y Siesta el otro, aún bostezando. Cerrada disputa que no se dirimía en ningún área. Boya Lagunera se erigió como referente de la cancha, ubicado en el medio, como una aguja de reloj de sol humana, utilizando el círculo central como cuadrante horario. Copiando a su hermano el Mono, el resto del equipo se colocó tapones de algodón en los oídos para evitar escuchar los interminables monólogos del Boya. El segundo tiempo se inició con el marcador cerrado y trámite equilibrado. Hasta que H. A. le ganó 20 cm al Escarpín y rompió el arco y el partido. Una segunda ráfaga fuera de contexto pone el tanteador 0 – 2 y rompe las ganas también. Un cabezazo del Mono en la polvareda del área pone el marcador a tiro. Ilusión que se quiebra con la última conquista andina para el 1 – 3 final.

El resultado contra Rosario definía el destino de ambos equipos. Ambiente de final. El ganador iba por la plata y el derrotado por el yuyo serrano. La estrategia de la Zarigüeya consistió en anular el pie de Lucas, labor ejecutada alternativamente por Garlopa y Escarpín. El Pulpo se estaba poniendo el buzo, por eso no vio el primer gol. 0 -1 y a remontar de vuelta. Canelón frota su pie y distribuye juego. Lato bombardea el área rival. El Gallo se proyecta con suerte variada, el Boya sigue hablando y el Mono convierte. Otra vez, el triunfo al alcance de la mano. Hasta que llega el disparo al arco, rechazo con los puños del Muñeco, rebote en la nuca del Gallo y la pelota adentro. 1 – 2.

La sombra del Boya indicaba las 16 hs en el círculo central cuando comenzó la semifinal de peperina vs. los Toneles de La Plata y su fútbol bizarro. Lato adujo una misión diplomática e hizo mutis por foro, como rata por tirante. Siesta se ofreció como chauffeur, pero fue rechazado. La estrategia platense fue plantear la disputa en el plano psicológico, a través de variados números revisteriles de grueso calibre, a cargo de Garrafa Chica y Garrafa Grande, festejados sonoramente por una numerosa claque al borde de la raya de cal. La táctica casi da resultado. Al Escarpín se le quemó la peluca y pidió el cambio. El Gallo cacareó y volvió algo de orden. Así maduró el gol de Canelón. -Todo dominado- tartamudeó la Zarigüeya, disponiéndose a entrar a la cancha.
Pelota llovida y el Pulpo se fue a descolgar una manzana del árbol. 1 – 1 y volver a empezar. Otra artera maniobra distractiva platense casi rinde sus frutos, al hacer ingresar un jugador en jeans y alpargatas. Su disparo rozando el vertical del Muñeco trajo seriedad, Siesta se proyectó con atropellado criterio y maduró la conquista del Mono. 2 – 1 y a la final.

El remanente de Córdoba, con poco fútbol y mucha mesa bien servida, se había comido a B.A. Azul. De todas maneras, éstos dijeron a los de color pasto regado: -No pueden perderlo- Acorde a la coyuntura nacional, Zarigüeya convocó a asamblea, que decidió ir con todo y por todo. La pequeña gloria herbácea estaba ahí. Las patitas de varios ya temblaban y sus intestinos crujían. Con ambiente distendido, comienza el partido. El Pulpo se había comido las manos con el especial de milanga de mediodía y la prótesis de poliuretano expandido que utilizó no bastaron para contener un tímido disparo. 0 – 1. Un iceberg apareció en la cancha. Sin físico ni raciocinio, sólo el alma llevó el equipo adelante y el Mono, otra vez, pone la igualdad. El Manso vuelve al juego patrullando el sector izquierdo de la cancha, el más cercano a la sierra. Siesta ya no vuelve de su última proyección, Zarigüeya empuja y el Muñeco manda el juego hacia el otro arco, a puro pelotazo. La sombra del Boya marcó tiempo cumplido, silbato y a los penales.
Dos series de 3 penales definirían la disputa. En caso de empatar, series de un penal por lado hasta concluir. Inicia el Boya con un fuerte y certero disparo a ras del piso, fuera del arco. El primer remate cordobés termina en el pedemonte serrano. El Mono le pega de punta directo al arquero. El Muñeco cae desmayado hacia su izquierda y el local toca la pelota hacia el otro lado, convirtiendo. El destino estaba en los pies de Canelón. -La glorificación o la cana- se dijo y allí fué. Más que una masita, un sorrentino fue lo que le mandó al arquero. En un gesto de caballerosidad, éste se arrojó para contener el envío, pudiendo parar la pelota con el pie. Los locales enarbolaron el yuyo y el verde a buscar revancha en el tercer tiempo.

B.A. Rojo
Alternó sus partidos entre el Amalfitani y la Estepa.
No debió esforzarse mucho para superar por 3 goles a 0 a los toneles de La Plata y su show interactivo. Uno tras otro, los goles fueron llegando, ya por la Garza, ya por Nippur y Tempranillo. Posteriormente, Clarinete dijo presente en el ocre césped, poniéndole pausa al trámite. Cinco minutos después del final hubo que pararlos, porque seguían corriendo para todas partes. Un par de despistados consultaron a los organizadores si se trataba de una competencia de atletismo. Al Notario le pesó la chapa de candidato que implicaba el abultado triunfo.

Poco le duró a este equipo premium su alegría y autoestima. El 0 a 2 contra los cordobeses, a la postre subcampeones, los bajaría a la tierra. Si bien el ritmo vertiginoso continuó, el Doc comenzó a trabajar de una buena vez, justificando así haber traído su equipo de guardameta en el equipaje. Un gol en cada tiempo minó el optimismo del conjunto color sangre. El Garza Mora, counsellor del equipo, arengaba: -No se preocupen. Nosotros vamos a traer la de oro de Tucumán. Ya van a ver- El Alfil se encogió de hombros y fue a buscar una bebida energizante, sin decir esta boca es mía.

El Ingeniero movió el tablero y se le volcó el chimichurri. Bocha de Plata se erigió como columna de juego, que ganaba vértigo cuando el útil caía en el enjambre conformado por el Galgo, Nippur, Tempranillo y el Notario. El 0 - 1 actuó como un toque de fondo y posterior resurgir. Ráfagas de fútbol se abatieron sobre el arco andino, hasta dar vuelta el resultado, casi definitivo hasta el empate mendocino, merced a una ligereza del el Doc, que decidió ponerse desodorante en pleno ataque rival.
No obstante el 2 a 2 contra Mendoza III, las matemáticas lo colocan en la definición para la Copa de Plata, emblemático trofeo argento que el equipo Azul obtuvo, con menos recursos técnicos, el año anterior en Rosario de la mano de La Cal.

Semifinal por la plata. Los rojos enfrentan al equipo homónimo al trofeo en disputa. El Ingeniero diseña una táctica infalible, que no fue seguida al pie de la letra por sus intérpretes. Partido de hacha y tiza, con destellos de elegancia del Alfil, el Rojo mantuvo la ventaja todo el partido. Nuevamente, el 2 - 1 resultó un parcial fatídico. La Plata apura un lateral mientras los porteños se servían el café con leche y empatan. Un glaciar cayó en el alma roja. Bocha de Plata no encontraba consuelo y la cara del Galgo viró del rojo Trapal al verde botella.
Y germinó un prócer. En la agonía del partido, mientras se confeccionaba la lista de ejecutores de la pena máxima para la definición, el Notario, como un Leónidas del fútbol, fue en busca del triunfo y obtuvo su recompensa. 3 - 2 y pase a la final. En la montonera del festejo le afanaron la billetera. Más tarde, se lo vió a Nippur repartiendo helados a los niños, como un Robin Hood pediátrico.

La final contra el equipo local se disputó con lo que quedaba en el fondo del alma. El Galgo seguía corriendo y el Ingeniero, desde afuera, le corregía el rumbo. Clarinete agitaba suavemente su vaso de scotch on the rocks, alentando a la voz de -¡Vamos muchachos!- alternando con -¿No me alcanzás otro hielito?- El tanteador era esquivo y adverso. El 1 – 2 sentenciaba ya el destino rojo. Tempranillo, agotado, confundía el arco con el banderín del corner. Una maniobra desesperada y artera, urdida por una mente alterada ajena al equipo, cambió el destino del partido. En un gesto humanitario, el Doc tuvo que atender un niño lastimado por mano anónima, cosa que fue registrada por medios gráficos. El partido se reanuda.
Y el prócer se hizo leyenda. En un arrebato, el Notario, que estaba fuera de la cancha, pide el cambio. Manda al Ingeniero a la ducha y espera el tiro de esquina que iba a ejecutarse, luego del cual terminaba el partido. ¿Mito ó milagro?, la defensa mediterránea va sobre la anatomía de la Garza Mora, dominador absoluto del primer y segundo piso de la cancha, dejando en soledad al Notario, que rubricó la jugada con un estético cabezazo que anidó la pelota en la red. Festejo contenido, dado que se avecinaba la definición de tiro penal.
Una luz de esperanza renació al tiempo que la sombra de La Cal emergió tras la sierra.
En la lotería de los penales el Doc es afortunado en el amor. Con sorprendente plasticidad se arrojó al lado opuesto al que fue la pelota. La definición quedó en el exquisito pie de Bocha de Palta, cuyo remate se queda en las manos del arquero cordobés y con él, el trofeo. La Cal, a 700 km., respiró con alivio mientras apuraba un gin tonic.


Festejamiento.

Con el último penal concluye el torneo. Sólo Mendoza da una vuelta olímpica. El resto de los presentes no podía dar un paso. -Estoy arruinado- dice el Gavilán sin poder dar un paso. -Es la montaña- lo ilustra un local. -¿La altura? ¿El aire de la montaña?-, pregunta Nico. -La montaña de años que tenés, guaso!- sentencia el serrano. A las 18.15 hs., los despojos humanos son trasladados rumbo a una ducha larga y caliente.

Un innecesario, inoportuno e involuntario tour por la Docta demoró la llegada de la comitiva al hotel. Por la cañada pasan unas 5 veces y el Manso no acertaba en sus indicaciones, ó los choferes no le entendían, y el periplo continuó hasta que un porteño, más precisamente de Balvanera, corrige el desvío. A las 19,15 hs. se llega al hotel y, antes de bajar Quique se planta en el pasillo del colectivo y avisa -¡1 hora y cuarto para ducharse cambiarse y bajar! ¡20,30 vuelta al Colegio para escuchar misa!- El tropel lo arrastró hasta el lobby del hotel.

A las 21.30 se celebra la Santa Misa con el oratorio del colegio desbordado. Luego, los presentes se agolpan en el comedor. Varios niños van quedando en el camino, dormidos en sillones del pasillo. En el salón se dispusieron con primor varias mesas que ocuparon las delegaciones.

El desfile de bandejas con todo tipo de alimentos fueron atacadas con voracidad y escasa educación en algunos casos. Apareció más comida (empanadas, ñoquis con tuco, locro y unas pizzas de antología) y los comensales no dejaron plato por probar ni vaso por trasegar. Buenos Aires ganó la competencia del tercer tiempo por varios cuerpos. El trofeo se lo llevaron dentro, bajo el corazón. La bebida templó los ánimos y la combinación comenzó a hacer efecto. Con la batuta del Panza el show comenzó.

Se entonaron canciones y recitados alegóricos a la jornada vivida. Cualquier cosa justificaba un brindis, con repetidas coreografías de copas en alto. Tucumán fue designada sede de la edición 2009, honor que recayó en su breve delegación bipersonal, encabezada por Zapatilla. Nuevo brindis por la nueva sede y pocas palabras de Zapatilla, cosa que fue celebrada con otro brindis.

La sorpresa fue la aparición de Doña Jovita, personaje de traslasierra que, por lo que se pudo entrever, actuó amordazada. Varios quedaron interesados en asistir a un show a boca suelta.

Emotivo momento fue la entrega de premios, culminando con la copa de oro para Mendoza, indiscutido y más que merecido ganador. Más brindis y alguno ya se tambalea. Un diario recién editado con los sucedidos de la jornada y una colorida remera fueron los recuerdos materiales que cada uno se llevó. Los otros recuerdos, mucho más numerosos, estaban en el alma.
A la 1,20 se emprende el regreso, ya penoso, al hotel. Hay hijos que no aparecen y padres que parecen no querer encontrarlos. La Providencia actúa y Quique encuentra a su hijo dormido abajo de una mesa. El de Tati casi se va a las cocheras de los bondis, acurrucado bajo un asiento. Una persecución al estilo de los Duke de Hazzard lo rescata de las entrañas metálicas del colectivo.


Retorno

La ingesta y las fuertes emociones hacen eclosionar varios organismos durante la noche. Meteorismo, vulcanismo y todo tipo de pirotecnias ensombrecieron el aura del Uritrorco durante una jornada. Afortunadamente, no hubo que lamentar víctimas fatales. Plácida noche para unos, volcánica y tormentosa para otros, el despertar fue difícil para todos. Al toque de diana, pensar en abrir un ojo hacía doler toda la espalda y las piernas. Abrirlo involucraba al resto del cuerpo en el dolor. La alternativa de quedarse a pie en Córdoba fue suficiente estímulo para estar prestos a las 9.30 para emprender el regreso.
El convoy de autos parte a las 11.30, dado el retraso de Marcos, provocado por “algunos trámites” que demoraron a Juan, su anfitrión, en llevarlo al hotel. Parece que recién a las 11 hs encontraron suficiente explosivo para hacerlo madrugar.
De todas maneras, esta demora sirvió para ir recogiendo los pedazos de jugadores que caían del colectivo que había partido más temprano.

Se hace un alto en las afueras de Rosario donde la parcialidad gallina presencia el primer tiempo del Boca- River con la boca abierta. Los restantes no paran de abrirla y cerrar con las provisiones que consiguen en el parador, que las despacha en cantidades industriales.
A las 19,30 hs. El colectivo se detiene en el Colegio. El fotógrafo baja en primer lugar y registra imágenes de alegría entre los que llegan y quienes los reciben.

Ya se habla de Tucumán 2009.

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