sábado, 13 de junio de 2009

Olimpíadas

8/8/08
El espíritu olímpico es impuesto a la fuerza desde Beijing, como le dicen ahora a Pekín, generando un conflicto de raza de esos perritos ñatos a los que las viejitas les tejen saquitos y con los que la gente común tiene el inconfesable deseo de, por lo menos una vez, darle una flor de patada que lo emboque en el ángulo, impactando en el travesaño de un arco imaginario. Cuestión que vamos a tener dos semanas largas donde sacaremos a relucir nuestros vastos conocimientos de nado sincronizado, tiro al plato y lanzamiento de todo tipo de elementos a ver quien lo arroja más lejos. Sabremos por un ratito quén es el mejor en lucha grecorromana, ese anudamiento humano que no se practica en ningún lado medianamente conocido, donde gana el que asfixia al otro y que nunca es ni griego ni romano.

Con la seguridad de los que saben, sosteniendo la mirada, pronosticaremos los podios en todas las disciplinas de remo, especialmente el cuádruple par con timonel. Celebraremos nuestros aciertos y se los enrostraremos a quienes auguraron el oro para algún país eslavo en posta 4 x 400. Seremos jueces implacables en saltos ornamentales y gimnasia artística. Criticaremos sin piedad el fallido del atleta en las anillas, dando a entender que eso lo hacemos a diario, antes de darnos una ducha fría de madrugada, cosa que desmiente nuestra lisa y esférica topografía abdominal. Cruelmente, nos reiremos del pesista que no puede levantar mil kilos, con comentarios tipo "Ese es el campeón del asado con cuero", mientras empujamos las papas fritas con un galón de cerveza artesanal. Nos enteraremos de manera marginal que el representante argentino en esgrima, a pesar de su entusiasmo, fué tempranamente eliminado de la competencia, teniendo que lustrar millares de zapatos para pagar su pasaje de vuelta, so pena de ser enviado a un campo de arroz con el traje puesto.

Ni por asomo habrá doping positivo en ningún alteta chino, por más que su aspecto físico evidencie una dieta a base de uranio enriquecido y ensaladas sazonadas con plutonio. El deportista ni siquiera será sospechado de recurrir a este tipo de artilugios cuando, al colocarle la presea dorada, esta se derrita al tomar contacto con su pecho. Obviamente, para disipar suspicacias, alguna cabeza rodará por doping y será de algún país postergado de Europa oriental, seguramente un gitano. Y todo el mundo contento, salvo en Europa oriental.

Bardach y Meolans en la pileta sin flota-flota, Kurkower luciendo su robe de chambre azul en judo, Espínola y Lange al sol en catamarán fachero, Fernández en el bote y el garrochista de apellido difícil que tiene cara de buen pibe, serán tapa en los tabloides mientras dure su actuación y volverán al anonimato después. A David le va a tocar vérselas con Djokovic ó Nadal antes de mirar el podio. Se le complica al Panza. Mientras Maggie Aicega posa en todos los avisos, Las Leonas y Manu Ginóbili se están atajando antes de empezar. Al final, la esperanza del oro argentino queda en manos, más bien en los pies, del fulbo.

Y si no, todo pasa, Don Julio.

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