sábado, 13 de junio de 2009

Cuatro contra cuatro

16/9/08
El fin de semana largo te caga. Todo el mundo se raja y cuesta armar el partido. En fin, "somo' los qu'estamo' y estamo' los que somo' ". Para cuatro contra cuatro es grande la cancha, che. Vamos tener que achicarla un poco. Pongamos un par de buzos para marcar un arco en mitad de cancha y listo.
- A ver... vos, Garza para acá, Tincho para allá y vos Panza, quedate acá. Chupete y el Corto vayan de aquel lado y un Melli para cada equipo.

Lo que iba a ser un partidazo termina siendo el paso previo al walkover, presentando una escena desértica, inarmónica y hasta frígida, donde el entusiasmo debe trabajarse artificialmente. Cuando uno ve un arco delimitado difusamente por un par de prendas de vestir sobre el tierral perenne de mitad de cancha el entusiasmo por jugar se debilita hasta casi desvanecerse. Ya un arco normal sin red le resta un inmenso encanto al gol pero, aunque sea, tiene límites precisos y un disparo en el travesaño ó en un poste povocan una descarga emotiva que estimula el juego.

El par de buzos en el piso resultan un insulto al objetivo del juego, que es el gol. Un témpano que enfría cualquier conquista ¿Cómo se determina ese golazo al ángulo con disparo desde media distancia? ¿ O con un cabezazo en palomita al segundo palo? Imaginate que metés una contra y se la tirás por arriba al arquero ya desesperado. Gol, gol, ¿gol? La gloria y la nada no se distinguen, generando discusiones bizantinas con distintas versiones de trayectorias y alturas, mientras la pelota se aleja hacia el horizonte. La solución pierde su condición de tal al no conformar del todo a alguno de los bandos.

Para que el gol sea inapelable, la pelota debe ingresar a ras del suelo, cuya superficie impar empobrece aún más el escaso arte de la maniobra, con un balón que no parece redondo del todo y levanta tierrita en su inseguro camino a la meta. La falta de esplendor y explosión, producen una abúlica celebración casi reglamentaria. Es un gol triste.

En un arco de buzos nunca se hará un golazo, ese que llega a arrancar lágrimas a quien ve superada su capacidad emotiva.
Encima, hay que ir a buscar la pelota al verdadero arco que quedó ocioso ante la falta de jugadores. Una distancia que siempre es larga.

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