martes, 9 de junio de 2009

Rompiendo la pecera

16/5/08

Ahí estaba mirando a través del vidrio y sufría. El sol bañaba todo. Arboles, calles, plantas y animales eran acariciados por sus cálidos rayos. El esplendor del cielo desbordaba por la intensidad de su color, resaltando la escena. Las aves revoloteaban de rama en rama con danzas primaverales para luego perderse tras ondulantes follajes lejanos. La vida reventaba en cada color y movimiento haciendo irresistible su contemplación.
Se levantó y abrió la ventana, buscando mayor intensidad. Una bofetada de aire puro y fresco, casi efervescente, untado de aroma a pasto recién cortado lo estremeció. Llenó sus pulmones con él y su alma casi marchita reverdeció, aumentando sus sensibilidad. Se mantuvo apoyado en el marco de la ventana no más de un par de minutos hasta que no pudo más. Temblando, la cerró y le dió la espalda.

El monitor de su computadora lo miraba glacialmente, a pesar de los intensos colores de su pantalla. Un travieso haz de sol lo empalideció hasta casi hacer desaparecer su contenido. Se quedó mirándolo unos segundos, como sopesando una desición y. en un arrebato, corrió las cortinas sin mirar afuera y se dejó caer en la silla. Exhalando, se dijo a sí mismo "¿Qué carajo hago acá?". La pantalla lo agredía con titilaciones que reclamaban imperiosamente la atención para tareas presentadas como urgentes e impostergables. "Bueno, metámosle para adelante, no queda otra", se alentó y retomó su labor, con mucho esfuerzo. Se restregó los ojos y, como un autómata, se abalanzó sobre el teclado aferrando el mouse como si tuviera un poderoso imán. El recuerdo de la reciente visión se le hacía recurrente, haciéndole escabrosa su tarea. De a poco, pudo concentrarse y mejorar su ritmo. El silencio se adueñó del ambiente y sólo se escuchaba el rítmico teclear de sus dedos.

Hasta que llegó el grito.
Un grito lejano, mínimo, casi imperceptible, aunque de una densidad que llega hasta lo más profundo del ser. Como el golpe de una ola de mar encabritado contra la roca. Algo que no sobresalta pero conmueve. Sin tragedia, todo lo contrario. Paradójicamente, ésta se percibía en la parte de silencio que lo rodeó.
Sin poder pensar más, ni importarle guardar lo realizado, apagó su computadora con una patada al botón de la CPU y salió corriendo, a prendrese al fulbito que se jugaba en la plaza de enfrente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario