domingo, 7 de junio de 2009

El Examen Final

Escrito allá por 1985
Introducción
Cada fin de cuatrimestre, el alumnado y profesorado de la facultad de Agronomía de la UBA se encuentra ante una situación harto conocida, pero no por ello menos novedosa, dada la tremenda incertidumbre que genera cada vez que se presenta: El Examen Final (anticipo del Juicio Final).
Sobre este tipo de evento, por calificarlo de alguna manera, existen distintos grados de experiencia en el estudiantado, según el tiempo que lleve en la fuckultad, lo que no significa que, a mayor tiempo, más cerca se está de terminar la carrera (para algunos, más que una carrera, es una tranquila caminata). Por ello, hemos desarrollado un trabajo de investigación que recopila esta información dispersa a fin de servir de canal orientativo a aquellos a los que todavía les inquieta esta experiencia que, generalmente, son los alumnos de los primeros años de curso (agrónomos en estado larval).

Tirada de boleta
Todo comienza con la "Tirada-de-Boleta" en Pab. Ctral. en plena época de parciales superpuestos, pero no haremos alusión a este respecto, ya que está fuera del alcance del presente trabajo (pelota afuera).
En consecuencia, nos encontramos a fin de cuatrimestre con la perspectiva de distribuir los exámenes que podremos dar en las fechas que nos darán para dar. Esto no es tan sencillo, ya que las fechas se mueven aleatoriamente dentro de un amplio intervalo de indiferencia en el tiempo, cosa que marca el inicio de un destructivo proceso de incertidumbres que nos llevará, indefectiblemente, a la... úlcera.
Una de las alternativas para evitar el desastre gástrico consiste en llevar el estómago siempre lleno, pero dada la crisis que nos golpea a todos por igual, no es factible llevarla a cabo hoy día, aunque no perdemos la esperanza de que vuelvan tiempos mejores (en el año 3700, cuando nuestra facultad sea un centro mundial turístico, al estilo Macchu Picchu).
Es menester, pues, en esta situación, inscribirse en los exámenes a rendir en la llamada en que nos encontramos. Distinguimos aquí dos etapas: decisión y ejecución.
La decisión es lo más sencillo, dado que nos anotaremos en todo examen que podamos dar y en alguno más, por si acaso. La ejecución consiste en ir, cual bovino que concurre al bebedero, y hacernos la cruz en la carpetita que nos corresponda. Pero, ¡cuidado!, porque nunca se encuentra a mano la carpetita que se necesita; incluso, para demorarnos más, ubican estratégicamente montañas de ellas correspondientes a materias que nadie cursa o de improbable existencia en algún plan de estudios nacional, o con nombres parecidos o 2as. y hasta 3as. partes (!!!), cosa que, luego de perder el tiempo buscando lo inhallable (casi inexistente), confluyamos en la no siempre bien ponderada cola.
Este momento lo aprovecharemos para realizar un análisis sociológico de la facultad. Merece ser destacada la abismal diferencia de comportamiento que se observa entre alumnos de los primeros años y los de los últimos años: los primeros son inquietos y llenos de planes, los últimos, en cambio, YA NO SON.
Es bastante alta la probabilidad de entrar en un mortífero círculo vicioso y viscoso: resistir el tiempo de cola (que se asemeja a la cola de la Confesión de Navidad, por su extensión en tiempo y espacio), enfrentar a un apático individuo de larga cabellera y ambigua sexualidad, aguardar una búsqueda realizada con el entusiasmo y vigor de un bovino de leche rumiando y recibir, con la suavidad de un mazazo, la sugerencia llena de optimismo: "Fijate de vuelta allá, loco, porque acá no está." Y vuelta a empezar...

Fechas flotantes
Una vez realizado el trámite, elaboramos un calendario de estudio de acuerdo a la elección hecha. Algo así como: "En la 1a. fecha doy X, después tengo 10 días para preparar Y. Si no llego la tiro en 3a., pero seguramente llegue, de manera que dejo Z para 3a., que es más tranquila." La idea es hacer más eficiente la preparación de cada examen y separar bien uno de otro.
Pero aquí es donde los resortes burocráticos se ponen en funcionamiento con una precisión que espanta al comenzar a fluctuar las fechas ya establecidas a lo largo del tiempo, como lauchas en una caja. Que se adelanta la 1a. fecha. No, que se atrasa y se adelanta la 2a. y la 3a. queda igual. No, no, la 1a. queda igual y se cambia la 3a. por la 2a. y viceversa, o al revés... Lo importante es que nos patearon la estantería y no podemos reordenarla porque nos la vuelven a patear. ¿Las razones? Trascienden causas muy nobles: que hay un congreso, que hay dos congresos, que es el aniversario de algo muy caro al sentimiento agronomil, que los concursos, que el nomenclador y ¡qué lo parió!
Como las cosas no van a quedar como estaban, nos debemos adecuar a esta situación con las siguientes premisas:
1) No nos tomaremos ningún día sin aparecer por la facultad, porque los avisos de los cambios no los pasan en ningún medio masivo de comunicación, sino que aparecen en sórdidas carteleras, en momentos y lugares impredecibles, con un impacto visual al límite de la creatividad humana y unos slogan-gancho llenos de vida, algo así como: "El examen se tomará el..." o "Los alumnos a rendir deberán..."
2) Estudiar todo al mismo tiempo, confiando en el refrán que dice: Lo que se lee no se olvida‚ sin dejar de tener en cuenta el otro refrán: Lo que no se lee, se toma.
3) Como alternativa, no estudiar, pasarla bien y hacer la de los gladiadores: "Ave César, los que van a morir te saludan", confiando en el pulgar elevado del emperador.

De los apuntes
Con este panorama encaramos un nuevo paso de este proceso erosivo, como es el de reunir el material necesario para aprender y aprehender lo que nos permitirá aprobar las materias a rendir, porque es por todos sabido que a pesar del dineral gastado en apuntes durante el cuatrimestre, nos va a faltar bibliografía (qué palabra!), por lo que acudiremos a algún conocido que está mas adelantado en la carrera para asesorarnos bien.
Dicho personaje nos facilitará tres tipos de materiales escritos (que devolveremos una vez que dejemos de utilizarlos!!!) y uno oral:
a) Libros: Con todo el aspecto de no haber sido tocados en mucho tiempo, y con la seguridad de que esto no sucederá por mucho tiempo.
b) Apuntes propios: Acompañados con la garantía de contener todo lo necesario para aprobar, de la manera más conveniente, con la menor extensión y la peor letra jamás vista, digna de una persona con la psiquis alterada gravemente. Los aceptaremos cortésmente y pasarán a ocupar la pila sobre la que apoyaremos la pava.
c) Apuntes impresos: Esto es lo que verdaderamente nos interesa, verdaderos incunables que contienen verdades reveladas jamás vistas. Se caracterizan por su colorido estilo impresionista y jugosos bocadillos manuscritos en todo espacio libre y no tanto.
d) Material oral: Consiste en la narración de la experiencia por ellos vivida que se asemeja, en el 90% de los casos, a una pelea de box: primeros rounds de estudio, luego un intenso intercambio de golpes (con alguna caída) y el K.O. final (favorable, si no, no nos prestaría nada). Este relato nos sirve para evaluar con que ambiente nos encontraremos durante el examen, ya que incluye un apéndice con experiencias ajenas que delinean el estilo de la cátedra en cuestión.

Período de estudio
Ya no tenemos alternativa: marcamos fecha (que sigue desplazándose en el tiempo cual isoca medidora) y contamos con el material apropiado para estudiar (los más privilegiados pueden llegar a conseguir el programa actualizado, es decir, con los tachones correspondientes realizados por mano autorizada), de manera que hay que empezar a estudiar (¿Empezar? Y lo que hacíamos en la cursada, ¿qué era? Oh, sólo preparábamos la clase). Pero, ¨¿cómo se hace? La inventiva estudiantil ha creado millones de maneras de hacerlo, pero ese es tema de otro trabajo en preparación. Podemos adelantar que colocar los apuntes debajo de la almohada sólo produce tortícolis. No obstante son tres las formas más comunes: solo, de a dos y en grupo:


a) Solo: Al depender el ritmo de estudio de cada uno exclusivamente, todo se hace más flexible: "Bueno, a las 2 largo. Pero, en realidad, me duermo. Mejor me tiro unos minutitos y, ya despejado, le meto con todo hasta la noche." Esos "minutitos" se transforman en una furiosa siesta 2-2,5 hs. de la cual nos levantamos sintiéndonos como si hubiéramos hombreado 500 bolsas de cemento escalera arriba luego de haber bebido 3 galones de vino en lugar de dormir. Por ello es necesario acudir al estimulante del tercer mundo: el mate, cuya preparación insume otro cuarto de hora. Camino al polígono de estudio hallamos alguna publicación de actuálidad semifrívola que encontramos indispensable leer a fin de tomar real conciencia de qué se lleva y qué hay que hacer esta temporada para estar IN. Cuando el mate adquiere características vejigales (organolépticas y térmicas) no queda más alternativa que estudiar. Nos sentamos frente a los apuntes y comenzamos a leer durante 15 minutos los mismos 3 renglones. Sacudimos la cabeza, avanzamos 2 renglones más, observamos una figura explicativa, miramos el reloj... y descubrimos que es la hora del té (o la merienda, según el caso) Y vuelve a empezar el circuito. Cabe aclarar que sobre nuestra mesa de estudio el despliegue bibliográfico tiene una presencia tan contundente que desafía cualquier duda acerca de nuestra performance de estudio. Los resultados de esta técnica son aleatorios y providenciales.

b) De a dos: Dentro de esta técnica hay 3 variantes:
1) Que nuestro compañero tenga el mismo poder de ab y adsorción de conocimientos, lo que implica que, sin tener que seguir un tren acelerado, se avance mejor, dado que se van viendo los mismos temas al mismo tiempo, produciéndose un tácito control recíproco.
2) Que nuestro compañero tenga un menor poder de ab y adsorción de conocimientos. Es una experiencia donde se pone a prueba nuestra paciencia y templanza. Es como correr una carrera pedestre arrastrando un arado de cinceles clavado sobre suelo más duro cuanto más lerdo es nuestro compañero (cuidado con los subsoladores topo). Terminamos la relación creando situaciones complejas a fin de evitar nuevas jornadas de estudio compartidas.
3) Que nuestro compañero tenga un mayor poder de ab y adsorción de conocimientos. Excelente ejercicio para aniquilar cualquier vestigio de soberbia y vanidad que podamos tener. Es una sensación similar a seguirle el tranco a un ñandú rabioso. Nos vapulea con gran categoría cuando, al preguntarle sobre algún punto inentendible, nos lo aclara con lo que está leyendo en ese momento, que es lo que leeremos 5 días más tarde forzando nuestro ritmo. Esto determina que nuestro esfuerzo se oriente a que no se nos aleje demasiado en hojas leídas que a entender lo que estamos leyendo. Terminaremos con un terrible ataque de depresión que nos tentará a abandonar la carrera, o al suicidio, porque no servimos para nada. Calma, calma, que siempre hay gente para todo. Cualquiera sea la variante de este tipo, tienen en común el cumplimiento algo más responsable del horario establecido.

c) En grupo: "Pongamos 10 mangos para comprar Coca y facturas." ... "¿Quién me juega al ping-pong?", "¡Yo!", "¡A ganador!" ... "No saben el piñazo que hubo anoche en la esquina de casa..." ... "¡Uuuyy! ¡Este aparato es bárbaro! ¿De dónde lo sacaste?" ... "¿Por qué no te hacés unos mates?", etc., etc. Son el tipo de frases que se escucharán mientras esté reunido el grupo de estudio. Por supuesto, habrá modalidades particulares a cada caso, pero siempre será así, y es improbable que se avance hasta alguna página numerada con dos dígitos. Las conversaciones y los análisis irán de lo más virtuoso hasta lo mas instintivo, ya sean los integrantes masculinos, femeninos o ambos, donde se pueden encontrar alternativas de intercambio más intensas.

De cualquier manera, "Poner-la-Trucha" en la cátedra es un requisito indispensable para sortear la valla. Para ello seleccionaremos las dudas a evacuar: descartaremos las muy complejas y puntillosas porque nosotros no sabremos qué preguntamos y el docente entrevistado puede verse en apuros, lo que nos puede acarrear problemas futuros. Muy pavas tampoco, dado que estamos poniendo en evidencia una preparación muy precaria. En consecuencia, elaboraremos un cuestionario de complejidad media.

Caprex
Ha transcurrido el tiempo y, de la manera que fuere, debemos estar más o menos armados para la instancia final. Estar armado no significa estar preparado. El preparado pisa sobre terreno firme, en tanto el armado es una fiera acorralada que peleará hasta el fin. Bajo ningún concepto estar entregado.
A medida que se acerca el día señalado, nuestro balance hormonal sufre alteraciones de sumo riesgo para el organismo en tanto vamos descubriendo a última hora aspectos fundamentales de la materia que, inexplicablemente, habíamos ignorado, por lo que nos urge lograr una absoluta comprensión de ellos en un tiempo mínimo. Al emprender este nuevo esfuerzo olvidamos todo lo que habíamos retenido anteriormente, de manera que debemos reiniciar en pocas horas todo un proceso de varios días.
Simultáneamente, lo que significa otro obstáculo para nuestro averiado cerebro, la imaginación nos juega una mala pasada:
Estamos frente a una mesa examinadora. Profesores de piel color ceniza y ojos inyectados en sangre, cuya expresión denota una gran tensión a punto de estallar, nos toman examen.
-¿Qué nos puede decir de...? - nos inquieren.
-Eeh... yo... - graznamos.
El rugido retumba en nuestra cabeza y los azotes casi nos duelen de verdad cuando volvemos a la realidad. Sudando frío y con terribles temblores bajamos los ojos enloquecidos a los apuntes, que se han alterado y multiplicado en enormes proporciones durante nuestro trance. Es aquí donde muchos acuden desesperados a la bebida, con el único objeto de aferrarse de algo. Se llegan a beber líquidos innobles y mezclas inmencionables, de un poder de corrosión formidable, cuyos efectos potencian las sensaciones que nos dominaban anteriormente, llevándonos al absoluto descontrol.
Esto es el Caprex o, mejor dicho, el Cagazo Pre Examen, que le sucede con mayor o menor intensidad al 100% de los estudiantes. Debemos tomarlo como un elemento más de este proceso y mirar para adelante... aunque ya no quede tiempo.

Hora clave
El despertador estalla.
Luego de una larga serie de rebotes techo-cama-techo-cama, nos ponemos de pie y descubrimos que el estómago ha desaparecido. Concluímos en que ha sido disuelto por los líquidos ingeridos y segregados en los últimos días y que en su lugar se ha ubicado un trozo de roca que ignoramos cómo llegó allí. El desayuno consiste en una extraña aleación de nutrientes y sustancias de variado grado de calidad y toxicidad.
La vestimenta que nos ponemos tiene un carácter indefinido. Nuestra familia ha desaparecido y nos encontramos rodeados de seres inidentificables de torva mirada, por lo que huímos despavoridos de ese desconocido ámbito.
El viaje es el mismo mas allá del medio de transporte que utilicemos, porque ya no estamos en la tierra. El que viaja es nuestro cuerpo y vamos sobre él como si fuésemos un globo de gas. A medida que nos aproximamos a la facultad vemos varios globos de gas más que se desplazan en la misma dirección y, al llegar, contemplamos la fusión que se produce con sus correspondientes cuerpos, al tiempo que hacemos lo mismo con el nuestro.
Saludamos a nuestros amigos en la misma situación y, mientras se aguarda alguna señal de vida por parte del personal docente, se producen diálogos nerviosos. En realidad, nadie se escucha, siendo todos monólogos interminables y enardecidos. Los hay que relatan sus últimas aventuras válidas de ser conocidas, los que estudian toda la materia en ese momento, los que hablan de fútbol, TV, sexo & alcohol... Pero los peores son aquellos seres desperciables, dotados de ese don diabólico que los coloca en la categoría de escoria humana: nos tocan suavamente el hombro y, cuando le brindamos toda nuestra atención acompañada por la más amistosa sonrisa, aprovechan la guardia baja para lanzarnos arteramente su estiletazo: ¿Cómo era aquello de aquel tema?". "Aquello-de-aquel-tema" es un punto del programa del que jamás escuchamos mención, ni siquiera tiene relación con nada que recordamos, desatando así una reacción en cadena dentro de la cabeza, haciéndola estallar. Por reflejo nos lanzamos sobre este siniestro personaje para estrangularlo.
En eso estamos cuando hace su aparición en escena el característico Ayudante de Kátedra para pasar lista.
El silencio aturde.
Oramos interiormente para que nuestro nombre figure en aquella maldita lista. Cuando termina se produce una escena desgarradora: con el sistema nervioso en un colapso absoluto, los no mencionados son dictatorialmente enviados a un via crucis extra: la confección de la Lista Complementaria.
Afortunadamente, fuimos mencionados, de manera que nos queda esperar a que nos llamen, cosa que sucede tarde o temprano.

Bolilla & Capilla
¿Sistema de tarjetas? ¿Sistema de bolillas? ¿Qué más da? Cerremos los ojos, saquemos un par de ellas y sentémonos en alguna parte para ver con que temas nos vapulearán. Estamos en capilla.
En ese momento hacemos un descubrimiento aterrador: preparamos otra materia. Los temas son incomprensibles y nos empieza a dominar el pánico mientras comienza a resonar en nuestro interior quebrado con mayor intensidad aquella conocida sentencia: NO SE NADA.
El panorama comienza a aclararse con una palabreja familiar en la bolilla, iniciándose un desencadenamiento mental en el que surgen respuestas y conexiones entre ellas, formándose así un tranquilizador esquema, que será volcado en el papel. Esto sirve como una descarga a los nervios tan castigados de un tiempo a esta parte (se han visto bolígrafos sacando chispas), pero la tensión no decrece, porque en cualquier momento nos llaman al frente. Este tira y afloja marca el final de la capacidad de resistencia del organismo, el cual abandona la lucha, se relaja y...
La sensación de poseer un ser furioso que pugna por salir a toda costa de nuestro vientre en ese momento y lugar nos obliga, entre estertores y sudores fríos, a pedir autorización para ir al baño. No llevaremos nuestra capilla por dos razones: 1) porque sospecharán que es un subterfugio para poder copiarnos; 2) porque no podremos utilizarla durante la evaluación oral, por obvias razones. Regresamos caminando en el aire, con la mirada nublada y media sonrisa. Con esa sensación etérea proseguimos. Nos llaman a la mesa.

En el frente
"Buenas".
Estamos frente a frente, tête à tête, cheek to cheek. En la crucifixión Jesús dice: "Todo está cumplido". Salvando las distancias, aquí ocurre algo similar.
Tenemos nuestras cartas y ellos las suyas. Tenemos la paleta, pero ellos tienen el saque. Los guantes puestos. Nosotros blancas y ellos negras. Lisas y rayadas.
El examen puede tomar una o varias tónicas: juego de naipes, donde utilizaremos los nuestros con maestría (la 1a. vale oro. Pero, parda la 1a. gana la 2a.); ping-pong (con efectos incluídos, donde una respuesta cambia de dirección en el aire); box (pelearemos a mandíbula quebrada); ajedrez (con nuestras respuestas conduciremos el examen a los temas más convenientes).
En todos los casos es importante derretir el hielo, a fin de lograr que el examen se asemeje a una charla informal, como si estuviésemos compartiendo una cerveza fresca en una terraza asoleada. Debemos manejarnos con tacto, porque podemos pasarnos de calor y encender así la hoguera en la que seremos ofrecidos en holocausto. De aquí que debemos conocer previamente a los profesionales que nos evaluarán, a fin de saber cómo comportarnos en este sentido.
Cuando el examen va tomando un ritmo cada vez más acelerado escuchamos, como al pasar y en secreto: "Suficiente", dicho por un rostro y en un tono de expresividad cibernética. Estrecharemos la mano del evaluador y escapamos.

Epílogo

Afuera espera un tumulto de almas en pena (una auténtica visión del Purgatorio) que se nos abalanza como si fuésemos un justiciero liberador de sus sufrimientos...
Ya nada importa. Contestamos todo como autómatas. La libreta con la nota ya llegará.
Ahora, paz, sólo Paz.

Hemos rendido un examen final oral. Comprobamos que es una enorme exigencia a todas nuestras facultades físicas, psíquicas y espirituales. Esto nos da la respuesta a un gran interrogante de la actualidad: ¿Dónde está la energía de la juventud de hoy?
Se gastó en la universidad.

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